Pero la Semana Santa Calandina no es solo La Rompida. Filas interminables de tamborileros con túnica y tercerol morado ascienden por el serpenteante camino del Monte Calvario en la noche del Jueves Santo, iluminado con antorchas. El Viernes Santo, después de una mañana frenética, arranca a las 15:30 horas la Procesión del Pregón. Cientos de tambores y bombos preceden a los pregoneros que anuncian la Muerte de Cristo a través de un antiguo texto interpretado en gregoriano. Tras ellos, Hebreas y Sivilas, Putuntunes, Longinos y la Cofradía de la Virgen de los Dolores.
A las 8 de la tarde, desfilan solemnemente ocho de las nueve Cofradías de Calanda. Es la Procesión de la Soledad. Cada Cofradía luce sus mejores galas, los estandartes, bandas de tambores y bombos y los pasos portados a hombros por los costaleros recorren las calles de Calanda al atardecer.
La noche de Viernes Santo es larga. Los ritmos del tambor y el bombo no dejarán de sonar en cualquier rincón del pueblo, hasta las 9 de la mañana del Sábado Santo, que da comienza la Procesión del Santo Entierro. Participan en ésta las nueve cofradías de Calanda, desfilando en último lugar la Cofradía del Santísimo Sacaramento, cuyos cofrades portan a hombros el Sepulcro de cristal en el que yace el cuerpo de Cristo, acompañandos por la marcha fúnebre calandina de «El Monón», interpretada por la Banda de Música de la Asociación Musical «Gaspar Sanz». Al llegar a la Plaza de España, se representa un antiguo Auto Sacramental, en el que Longinos, que viste una anacrónica armadura medieval se batirá en un duelo de espadas con el capitán, cuando comprueba que el cuerpo de Cristo no está en el Sepulcro: ha resucitado. A partir de ese momento, los tambores y bombos de todos los calandinos sonaran hasta la extenuación, para dar paso al silencio a las 2 de la tarde, después de haber interpretado frenéticamente la Marcha Palillera, en memoria de Mosén Vicente Allanegui.Los tambores y bombos dejan paso a partir de ese momento al silencio que recorre las calles de Calanda, aunque los calandinos parecen oir a lo lejos los redobles durante días.