Mañana dulce de alboroto, filas y alegría

«¡Fíjate hasta dónde llega la fila!». Esta fue en la mañana de ayer una de las frases preferidas por los zaragozanos que se acercaron a celebrar el patrón a la plaza del Pilar. Filas para acceder a la casa consistorial en las visitas guiadas, para fotografiarse con los gigantes, hacerse con un pedazo de roscón o bajar por el imponente Tragachicos.

Sin duda, el tradicional tobogán que solo hace sus apariciones para las principales fiestas de la capital aragonesa, era el punto preferido para los pequeños de la casa, que no dudaron en esperar minutos y minutos para sentir la sensación de atravesar al divertido baturro. «Con Diego hemos venido ya cinco años, le gusta mucho, y para Martín es su primer año, pero nos encanta el ambiente y vamos con los pequeños a todos sitios», indicó Eva, mientras avanzaba en la fila, apresurada por una de las voluntarias.

Paula, María y Miguel también esperaban impacientes. Por primera vez iban acompañados por su abuelo, Armando, que estaba encantado no solo con el Tragachicos sino también con el espectáculo de gigantes y de la comitiva de caballos.

Momentos congelados

Las nuevas tecnologías casi le roban el protagonismo al baturro más famoso de Zaragoza. Las pantallas de los papás y las mamás esperaban atentas para inmortalizar el momento de la salida de los pequeños, que insistían en que les hacía «mucha ilusión» disfrutar de su San Valero particular, aunque eso supusiera pasar un buen rato haciendo fila.

El roscón y el chocolate caliente fueron el ingrediente perfecto para poner color al gris de las nubes que deslucieron en parte la jornada. El cariño de los gigantes y los cabezudos volvieron a hacer las delicias los más pequeños que, de nuevo, se acercaban a ellos movidos por la ilusión y el respeto a partes iguales. La buena compañía y un ambiente acogedor hicieron de la de ayer una de las mañanas más dulces.

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